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Sudáfrica
un sueño salvaje

Fue agradable sentir la sensación de terremoto perenne, provocado por los caminos desconectados, en el jeep que me acompañó todos los días en el safari. El sol era diferente a lo que puedes encontrar en todas partes y la atmósfera de libertad salvaje sin fronteras me hizo volver a los orígenes, despertando lados ocultos del alma derivados de nuestros ancestros que eran poco más que monos. En la más total calma un rugido me detuvo solo por unos infinitos según los órganos, una gigantesca masa de piel acorazada que contiene todo lo que la naturaleza tiene para mostrarme me ha pasado unos centímetros. Yo estaba allí, en el continente negro, donde no necesitaba más que ojos para mirar, oídos para oír, nariz para oler y un corazón tan grande como el continente mismo para tallarlo por dentro. Y lo logré. Desde las áreas salvajes del Parque Nacional Marakele y la Reserva de Caza Selati, hasta la Ciudad del Cabo más artificial, he visto dos lados del país en cuatro meses, divididos en dos viajes, y todavía no es suficiente para mí.

(Click en la imagen de la galería para abrirla en su formato original)

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